En un giro digno de la trama más enrevesada, la Universidad Autónoma de Sinaloa ha decidido darle la bienvenida de nuevo a Alfonso Carlos Ontiveros Salas como su director jurídico. Así es, ese mismo Ontiveros que, tras ser despedido, no dudó en demandar a la universidad que le dio la oportunidad de ejercer su talento legal… y que, en un acto de ironía digna de un mal chiste, terminó ganando la demanda. ¿No es maravilloso cómo las cosas funcionan en el mundo académico?
Recordemos cómo, en 2018, este hombre se quejaba de irregularidades en la gestión del Rector Guerra Liera, alegando que su destitución fue un acto de retaliación por negarse a participar en operaciones cuestionables. Vaya forma de “defender” a la universidad, demandándola y reclamándole indemnizaciones, mientras se llenaba los bolsillos con un salario que superaba los 50 mil pesos al mes. Y ahora, como si de un héroe caído se tratara, regresa a un puesto que, irónicamente, debería ser ocupado por alguien con un poco más de decoro.
El regreso de Ontiveros es un insulto para todos los universitarios que aspiran a una administración basada en la ética y la transparencia. ¿Qué mensaje envía la UAS al reinstalar a un hombre que ha demostrado ser capaz de pasar de defensor a demandante en un abrir y cerrar de ojos? Es como si un ladrón recibiera un premio por su ingenio en el arte del robo. ¿Acaso no hay otros abogados en la universidad que merezcan el puesto y que no traigan consigo un bagaje tan cuestionable?
La falta de congruencia es alarmante. Mientras Ontiveros se presenta como el nuevo faro de la legalidad, su historia está plagada de contratos irregulares y decisiones que, en su momento, parecían más un favor a amigos que una gestión ética. Y ahora, en su nuevo papel, ¿nos aseguramos de que no vuelva a dejar pasar las irregularidades que alguna vez denunció? ¿O simplemente se ha adaptado al juego, como un camaleón que cambia de color según la ocasión?
La UAS, en su búsqueda de un liderazgo fuerte, parece haber olvidado que la verdadera fortaleza radica en la integridad. La presencia de Ontiveros Salas en la dirección jurídica no es solo una incongruencia, es una ofensa a la comunidad universitaria. Es un recordatorio de que, en este circo de intereses, la ética puede ser la primera víctima, y los verdaderos defensores de la universidad quedan relegados a un segundo plano.
Así que, mientras el telón se levanta para este nuevo acto en la comedia universitaria, solo nos queda preguntarnos: ¿Qué más nos espera en este espectáculo donde la incongruencia se aplaude y la ética se silencia? La UAS necesita un cambio urgente, y quizás un consejo de exrectores no sea suficiente para deshacerse de la sombra de personajes como Ontiveros. Porque, a fin de cuentas, tenerlo de regreso no es solo un mal chiste, es una burla a la inteligencia de todos.